jueves, 13 de septiembre de 2012

Paralímpicos, plantar cara a la vida.

Le lanzo agua para molestarle, como buen hermano se queja y me devuelve la salpicadura. Es un juego que siempre nos divierte, resulta muy gracioso ver al chaval frotándose los ojos con rabia, y viceversa, por tanto acaba siendo entretenido. Entre persecuciones y ahogadillas veo una aleta tras mi hermano, al principio no asimilo qué es exactamente pero cuando está a pocos metros me doy cuenta que mi hermano va a ser engullido por el enorme animal acuático. El instinto de hermano mayor me coloca entre mi hermano y el tiburón, aprieto fuerte los dientes y pienso “por encima de mí cadáver”…
Abro los ojos y veo un fuerte foco que me dificulta la visión. Giro la cabeza y está mi hermano entre lágrimas apoyado al lado de mi cama. Entre sollozos me explica algo que no entiendo muy bien, sus palabras entrecortadas dan a entender que hay algo que no va bien. 
Mis padres están sentados frente a mí cogidos de la mano. Se les ve tristes, pero a la vez me sonríen. Está claro que quieren decirme: “estamos orgullosos de ti, valiente”. Ahora sí que estoy completamente desconcertado. Es una situación muy curiosa, están contentos por una parte pero muy tristes por la otra.
Levanto la cabeza y me doy cuenta del panorama: no tengo pierna de rodilla para abajo. Vuelvo a apoyar la cabeza sobre la almohada y dos lágrimas saltan para resbalar por mis mejillas.
Esto no es un cuento de Superhéroes, es una realidad, que por muy real que sea no quiere decir que no haya héroes. Es la increíble historia de Achmat Hassiem, que venció a un tiburón para salvar a su hermano.
No sólo aguanta ataques de tiburones, si no los tremendos golpes que da la vida. La historia de nuestro protagonista no finaliza aquí, años después se proclama medallista de 100 metros mariposa de los juegos paraolímpicos.
Achamat se ha puesto delante de la vida y le ha plantado cara, igual que lo hizo contra el tiburón. “Ni tu ni nadie frenará mi ambición”.
Esta es una historia entre muchas otras. Me levanto del sofá para aplaudir a cada uno de estos “olímpicos”. A pesar de los malos tragos que han pasado, han sabido seguir la trayectoria de su vida con todo. Dejan de lado sus deficiencias físicas y vuelan tan alto como pueden. Increíble.
Otra increíble historia es la de Alex Zanardi. No explicaré que es lo que pasó, vale la pena verlo:
A pesar de perder LAS DOS PIERNAS, no se rindió un solo momento, se auto convenció de que es un campeón por encima de todo. El mejor que nadie, sabe que lo importante es el espíritu de uno mismo, eso no se lo podrá amputar nadie, lo deja claro ganando la medalla de oro de ciclismo paralímpico (Triciclo impulsado con los brazos).  Nadie es capaz de no aplaudir a este hombre:
Salud y Km

lunes, 3 de septiembre de 2012

Compitiendo contra la historia

A lo de siempre, a pocos metros de la salida calentando y comprobando el estado de mi rodilla. No me siento nada mal, puedo hacer un buen papel.

No es una carrera como las otras, es una carrera a la antigua usanza: Ambiente familiar, coche de cabeza y escoba seleccionados en el momento, ningún tipo de patrocinio, hinchables ni avituallamientos, recorrido explicado “in situ”,  salida anunciada mediante un grito, se aprovecha una señal de tráfico como punto de vuelta... Se va a correr un rato y punto, no tiene más. Estas son las divertidas.

Grito de salida, salgo a un ritmo insostenible, como siempre. He de saber controlar estos inicios tan acusados, siempre me acaba pasando factura. Increíble, un corredor no solo me pisa los talones sino que me adelanta, es Arnau Pericas, mi compañero de los triatlones. Me pongo detrás de él y mantengo su ritmo. Miro por un instante el reloj y aviso:

“Tío, vamos a 2:45 el km, hemos de reducir” (cada sílaba se corta por una calada de aire)

No hacía falta decirlo, las propias piernas ya lo hacen por si solas. Bajamos el ritmo en la subida a unos 3:10 (sigue siendo demasiado).




Por delante tenemos el coche de cabeza. Los coches de las carreras suelen tener un gran panel que indica el tiempo transcurrido de competición y hay dos conductores callados en el interior. Este coche es distinto, es un 4x4 descapotable lleno de gente animando. Entre los gritos de ánimos siempre van cayendo bromas, que resultan ser muy graciosas cuando estás en el coche riéndote del pardillo que corre.

“¡Ven a darle un calo!”

“¡Dice Eustaquia (por poner un nombre) que si ganas, esta noche es tuya!”…

A mitad subida bajamos el ritmo bastante, Arnau un poco más que yo, por tanto, me distancio del segundo.  

Se le suman un segundo y un tercer coche a los gritos del primero, pero estos se posicionan detrás de mí. Nunca había corrido con tantos amigos animándome, muy divertido y motivador.

Mitad carrera, ahora es todo bajada. Saco una considerable ventaja al segundo y me veo muy bien de pulmones, parece que la carrera es mía. Me olvido de mis competidores, vamos a intentar ganar a la historia. Me refiero al record batido en 1985 por Xavi Gallego “19:35”. Hago cálculos rápidos de cabeza y lo veo muy difícil, por no decir imposible, pero por intentarlo que no falte.

Como es lógico, me voy cruzando con el resto de competidores de la carrera, en general nos animábamos mutuamente. También me cruzo con Inés Serra, que está luchando por mantener la penúltima posición contra su madre. Gran espíritu deportivo apuntarse a este tipo de carreras en plenas vacaciones. Avanzo los acontecimientos un poco: acabaron las dos, por tanto, como ya he dicho varias veces, lo importante no es participar, sino acabar.

Subo y subo el ritmo bastante, pero por mucha caña que le dé a mis piernas está difícil bajar del anciano record. Llego a meta en primera posición con un tiempo de 20 minutos justos.

Arnau Pericas llega segundo con un tiempo de 21:43 segundos. Gran carrera por su parte a pesar de un inicio que va en contra de la dosificación.

Falta entreno para bajar 25 segundos, pero lo veo más que posible, espero escribir el año que viene una entrada que se titule: “venciendo a la historia”.

Salud y Km.