lunes, 14 de mayo de 2012

IronCat 1: Las caras de la moneda

Es mi momento, estoy ya en el banco triatleta, voy a canjear horas de sacrificio y entreno por algo… Algo que promete ser muy grande, pero no sé muy bien que es.
Pum¡… Empieza la carrera: ovaciones, aplausos, algún flash… No lo sé, no me interesa. Miro al suelo, cierro dientes con fuerza y me digo a mi mismo:
 “¡Calma, Cabeza y Coraje!”.  
Entro al agua el último, prefiero contar los que adelanto que los que me adelantan, psicológicamente me servirá.
El mar se ha levantado tranquilo, plano como un papel y permite al sol que le haga brillar. Increíble, como disfruto, cada vez que saco la cabeza para respirar las vistas me roban una sonrisa.
“Qué pasada, que bien me siento”
A medida que pasa el tiempo voy incrementando mi ritmo, muevo el agua con más fuerza, mejoro mi técnica (incluso llego a sacar la cabeza a ambos lados por tiempos de seis), me refuerzo psicológicamente... Todo va según lo planeado.
Completo las tres vueltas muy bien: Poco cansado, casi nada de heridas y una temperatura ideal. La primera vez que el mar me echa una mano.
Salgo del agua y veo a mi hermano que está en primera fila dándome apoyos. Sonriente y tranquilo me voy a por la máquina.

Transición tranquila: Me impregno de crema solar, me disfrazo de ciclista y a pedalear.


180 Km por delante, 6 vueltas de 30 Km. ¡Qué poco miedo les tengo! ¡Qué poco respeto!, gran error, al IronMan no se le puede subestimar.
El recorrido en general todo plano, se trata de una ida-vuelta por la misma carretera con un punto de control en cada esquina donde se ofrecen alimentos, líquidos... Típico avituallamiento.

En uno de ellos se encuentran mis padres y mi hermano que me van suministrando los alimentos que solicito: Plátanos, Barritas normales, isotónicas, geles energéticos… Pero lo más importante son los aplausos y ánimos de mi familia y la gente, básico para levantar cabeza. No lo valoraré hasta la tercera vuelta.


Las dos primeras vueltas las hago a muy buen ritmo, excesivo, realizo muchos adelantamientos y no soy adelantado prácticamente por nadie, no castigo mucho a las piernas. Hasta ahora todo esto ha sido coser y cantar.
Tercera vuelta, no bajo el ritmo, sin embargo un cuádriceps se me queja mucho, el derecho.
“¡¡Serás cabrón, si el izquierdo se calla tu también!!”
Completo la vuelta con problemas, la ida al primer punto de control es durísima, el viento es insistente y picante. En cambio la vuelta es perfecta, el viento se alía con el ciclista.
Cuarta y quinta vuelta se hacen extremadamente duras, insoportables: Empiezo a recibir fuertes golpes psicológicos, el cuádriceps izquierdo se une a las quejas de su hermano, Planta del pie dolorida, calor mareante, los hombros ya destrozados prueban todas las posiciones posibles para reducir el dolor ( en acople, normal, cuernos por abajo, sin manos, agarrando los apoya brazos…). Vueltas durísimas.
“He ido demasiado fuerte las primeras vueltas. Jorge, eres un avaricioso de mierda”
La ida de la quinta vuelta estoy tan desgastado psicológicamente que apoyo la cabeza sobre los acoples de la bici y rompo a llorar como si fuera un niño pequeño.
“Me falta aún lo peor y no puedo más… No lo conseguiré”
Sexta y última vuelta. He de liberar mi cabeza de pensamientos, me están tumbando. Empiezo a pensar en cosas, pero todo el rato aparece el dolor y el cansancio, aparece aquella parte de la cabeza que algunos llaman “prudencia”. Yo lo llamo “maricona”.

“Déjalo, te presentas a otro más entrenado y lo completas con buen tiempo”
“¿Por qué no te vas a dar una vuelta por las tierras estas y me dejas a mí en paz?”
Me pongo a rezar el rosario. Ave marías y pedaleadas, padrenuestros y pedaleadas… Acabo la última vuelta ya sin quererlo. Ya sólo me queda un maratón, sólo 6 vueltas de 7 quilómetros.
¡¡¡¡¿¿¿¿Sólo????!!!!
Los primeros diez quilómetros los hago a un ritmo increíble. Las piernas me funcionan bien y lo aprovecho. Adelanto a la gente como si estuvieran parados, incluso adelanto al líder de la carrera (me sacaba unas tres o cuatro vueltas).
“Vale, la bestia a despertado, preparaos todos para ser humillados”
Quilómetro 15: Crack¡ ahora es el gemelo derecho, me dice que el ya lo deja, que se va a dormir.
“¡E! ¡E! ¡E! Tranquilo, ya bajo el ritmo”
“Que no, que yo paro”
“Vale, vale, pues vamos a caminar un rato”
Mi nivel físico está destrozado, pero el sicológico está peor, me voy a dar por vencido, contra la lesión hay poco que hacer. Miro a mi madre que me apoya, me entran ganas de llorar otra vez.
“No puedo mamá, estoy fuera”
Me pongo a caminar un rato más, a cojear. Paso por el punto de control de meta, la gente al verme en tales situaciones me anima a otro nivel. Gritos, aplausos, gestos bruscos… Increíble, un escalofrío me recorre el cuerpo y noto como se me suben los ánimos, dosis psicológicas imprescindibles.
Empiezo a correr como puedo, un nuevo estilo, Zombierunning. El pie izquierdo lo apoyo torcido para no notar tanto el dolor.
Empieza lo más duro por lo que he pasado en toda mi vida… Me quedan unos 20 Km corriendo y no puedo casi ni caminar… Me da igual mi posición, mis tiempos, mis pulsaciones… Me da igual si voy último… Creo que lo voy a dejar en nada…




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