Joan Parés y yo
llegamos a Vallromanes a las 07:30 am dispuestos a correr un duatlón por
equipos, el pedalea y yo corro. Queremos ir con tiempo para tomarnos las cosas
con calma. La presión previa a una carrera ya es suficiente como para quitarle
tiempo.
Dejamos la bici en
boxes y comenzamos a calentar junto con el resto de corredores. Nos comentan
que la parte a pie es fuertemente técnica, mientras que la ruta de ciclismo es
muy pistera, esto nos cambia bastante los papeles y nos perjudica enormemente.
Conozco a varios de
los duatletas: Arnau Pericas es uno de los favoritos para ganar esta carrera,
es muy completo tanto sobre ruedas como a pie. Cuanto más duro y técnico sea el
circuito más posibilidades tiene de ganar la carrera.
Otro duatleta procedente
de Sudamérica, Evert, con el que he coincidido varias carreras. A pie no es un
problema, pero sobre la bicicleta es el corredor con más fuerza de todos, sin
duda.
Por último está un
hombre de unos 30 años que se dedica profesionalmente al ultrafondo de montaña,
este corre por parejas, puede ser uno de mis rivales más directos.
El resto de corredores
no los conozco (unos 200), pero se nota que hay gente potente.
Me pongo en la primera
línea de salida, quiero salir aireado pero sin coger la cabeza. Suena el
petardo de inicio y comienza una primera prueba de carrera a pie durante 7,5 km
con un fuerte y técnico desnivel de montaña.
Sale un grupo de 10
corredores como balas, marcan un ritmo que si consiguen aguantar hasta el final
de la carrera es posible que batan algún record mundial.
Siempre he sido un
corredor alocado, de esos que salen como piulas y aguantan los últimos km con
los dos pulmones fuera, de esos que no permiten que nadie les adelante en la
carrera con el enorme riesgo de caer desfondado, de esos que no saben que es la
estrategia ni la prudencia. Pero desde hace ya un tiempo he aprendido a pensar
en estas carreras, procuro jugar psicológicamente con los corredores.
Prefiero mantenerme a
la espera, se perfectamente que es lo que pasará: irán cayendo del grupo uno a
uno. Si no bajo el ritmo los iré recogiendo. A mí me va a fortalecer mucho a
nivel mental, y a ellos les va a hundir.
Mis pronósticos son
correctos, caen y caen hasta que antes del segundo km me pongo en segunda
posición.
Empiezan las trialeras
de subida, pura potencia de piernas, no es mi especialidad pero aguanto bien la
posición. El primer clasificado lo tengo justo delante, y este, no tiene pinta
de que se va a dejar caer.
Las bajadas recorto
distancia, bajo con fuerza y buenos reflejos al apoyar los pies, pero el dolor
del tobillo me genera desconfianza y basculo la pisada al pie derecho. Hay
trozos que son muy duros: crestas, rocas, saltos, barro… Pero mantengo el
equilibrio en todo momento.
Para mi sorpresa me
adelanta el tercer clasificado. Es la primera vez que alguien me adelanta en
bajada técnica. Si estuviera en mis plenas facultades podría haberme hasta incluso
distanciado, pero no me noto cómodo. El cuarto corredor está justo detrás de mi
espalda, es Arnau. Me quedo gratamente sorprendido de su fuerza muscular, luego
ha de pedalear 22 km, yo descansaré.
A dos km de la meta
cogemos ya la parte de pista, y allí subo el ritmo hasta que me vuelvo a
colocar en segundo lugar distanciándome del resto. El primero, ya no lo vemos.
Llego a la transición
en segundo lugar y le paso el relevo a Joan, le tocan 20 km de BTT. Al cabo de
dos minutos llegan el chico de ultrafondo y el sudámericano.
La espera consistió en
calentar y hablar con el resto de parejas de la carrera. La gente nos tiene
como uno de los favoritos. La gran disputa está entre nosotros y el
ultrafondista con su pareja, que parece ser un campeón del DownHill.
Llega el primer
clasificado, Evert, y se dispone a correr la última parte. 3,5 km a pie de
montaña. Llega el segundo y el tercero, donde se encuentra una sorpresa, una
pareja con la que no contábamos. Justo después llega Arnau y al cabo de un
minuto llega Joan. La carrera de Joan es increíble para el nivelazo que hay en
esta segunda disciplina sobre ruedas.
Joan me da un susto de
muerte al saltar por encima de la bici a 10 metros de los boxes.
Afortunadamente se levanta con rapidez y me pasa el relevo. Esto le hace perder
unos segundos que permiten a dos corredores de equipos salir por delante mío a
un ritmo de 3 min el km aproximadamente. Salgo con calma, se que se van a
desfondar.
Efectivamente, a los
500 metros les adelanto y me coloco en segunda posición. El primero es
inalcanzable, tendré que luchar esta posición y no creo que tenga problemas.
De repente el flato
ataca, y me hace bajar mucho el ritmo, aunque muscularmente estoy muy bien. Me
adelanta el otro favorito y me quedo en la esquina del podium. Otro
adelantamiento y nos echan fuera.
En la primera parte ya
he demostrado que soy el corredor más fuerte (excluyendo al primero que tenía
una pareja mixta en la bici) , sólo ha de desaparecer el flato para poder
volver a hacerlo.
A un km de meta
desaparece y marco un ritmo que le recorto metros por segundo al temido
profesional del ultrafondo. Le voy a adelantar en los últimos 100 metros, lo
sé, el se gira para mirarme y no es capaz de mantener la distancia.
A 100 metros de meta
se desvía por un camino equivocado y le adelanto. Aquí tomé una decisión que
posiblemente no sea la más competitiva, pero si la más deportiva. Cederle la
posición aún creyendo que lo hubiese adelantado.
Y con eso que nos
quedamos, una posición en el podium de la manera más deportiva.
Salud y km