Estamos calentando entre bromas a pocos metros de la línea
de salida. Nos esperan 7 km de alta montaña. El adjetivo “alta” simplemente
supone menos aire, más frío y terreno nevado, cualquier dificultad añadida
sobre una carrera es bienvenida. Me encantan los circuitos duros de pelar.
Se comenta que hay un grupo de atletas que entrenan
diariamente, y la gente apuesta por un corredor en concreto. La verdad es que
impone el chaval: mallas térmicas altas de gama, piernas fibradas y depiladas y
cara de seguridad. Pero yo cuento con el factor sorpresa, como siempre, el
desconocido que lleva mallas de primer precio, térmica de btwin y la típica
camiseta de propaganda pasa desapercibido. Nadie me mira, nadie sabe de mi
existencia, soy uno más del montón, eso… Me encanta.
Me recuerda mucho a los 5km que corrí en Atlanta, voy con
ibuprofenos encima para evadir el dolor de la microrotura en el gemelo. Sigo
dejando de lado la prudencia. Pero eso, aún lo hace todo más interesante.
Empieza la carrera, salen disparados y me coloco en décimo
lugar. No me puedo creer que aguanten con este ritmo, han salido como si fuera
una milla urbana. Hago caso a mi lema y salgo con cabeza.
Al poco tiempo empiezo a pasar a todos los corredores que
han salido engañados por la emoción del inicio de la carrera, me coloco en segundo
lugar, voy “a rueda” del increíble, el chaval que lo
gana todo, el alma de las carreras de Esterri. El atleta está fuerte, mantiene
un fuerte ritmo y no lo baja en ningún momento, y eso que las primeras subidas
son fuertemente desniveladas y técnicas, corremos sobre la nieve virgen y eso
dificulta mucho la buena pisada. De todas formas, mantengo el cuerpo y le sigo a
pocos metros. Justo detrás tengo al tercero que poco a poco le voy ganando
distancia.
Cruzamos la montaña y estoy justo detrás del primer
clasificado, hemos dejado atrás al resto. Me siento bien, en el plano tiro
más que él y me veo fuerte, pero no me escapo, hago pequeños sprints y me los
aguanta, este tío es duro de pelar. Lo veo bastante bien, voy bien de pulmón y vamos por la mitad, no creo que aguante todos los ataques que le haga.
Pero hay algo que ni él ni yo sabíamos: Cual era el circuito
de la carrera. Nos perdemos y vemos a lo lejos al tercer y cuarto clasificado.
Vuelta atrás, perdemos unas 7 posiciones.
El empieza a apretar una barbaridad, hasta el punto que se
distancia unos metros de mí, pero le mantengo, no se me escapa. Adelantamos al
quinto, al cuarto, al tercero … y es allí donde ataco, lo adelanto y mantengo
un ritmo muy fuerte, probablemente demasiado. Cuento con la ventaja de estar un
poco chalado de la cabeza, y tener lo que hay que tener para vivir esa carrera
hasta el más lejano de mis límites, antes de bajar el ritmo me desmallaré. Es
difícil de entender esta actitud visto desde fuera.
Aunque al primero ya no lleguemos a batirlo, tengo dominada
la situación: Le recorto metros por segundo al segundo y dejo algo atrás a mi
compañero de carrera.
Adelanto al segundo clasificado. Me mira y me dice: “tío, la
he liado, no sé dónde estoy” Otra vez perdidos. Llegamos los tres a meta y
decidimos entrar juntos. No sé en qué posición teórica he quedado, lo que
sí sé es que he sido el mejor de la
carrera.
Desgraciadamente lo que cuenta es el primero que levanta la
cinta. De todas formas estoy muy contento con mi carrera, al fin y al cabo
compito en un 90% contra mí mismo y en un 10% contra el resto, esa es la
actitud. Los aficionados que estaban en línea de meta conocían la historia y
nadie le ha prestado caso al primero sino al desconocido chaval que iba por
delante del “increíble”.
Felicitar a mis primos, la novia de mi primo y a mi hermano que han completado una de las carreras más duras técnicamente que he corrido en mi vida. y con calzados dignos de admirar.
Salud y km.