lunes, 22 de septiembre de 2014

Un cambio radical

Tras una larga noche de discotecas y alcohol veo desde el coche el inicio del duatlón de Mollet. Me duele mucho ver que hay gente levantándose a primera hora de la mañana para competir mientras yo estoy con el aliento alcoholizado y dispuesto a irme a dormir en breves. Debería haber estado durmiendo para poder correr esta carrera.
 
Cuando llego a casa, veo un grupo de organizadores que están delimitando unos carriles. Paramos con el coche y pregunto de qué se trataba. Es la milla a pie de les Franquesas, una competición explosiva de 1600 metros. Mi especialidad.
 
Voy hacia casa muy enfadado con migo mismo y empiezo a recordar aquel Pódium que subí con Ángel Mullera y Adel Mechal en la milla de san Antoni de Calonge. Aquellos últimos 200 metros luchando la posición como un león rodeado de ánimos y aplausos. Quiero revivir esos momentos, así que me dispongo a cometer una locura. Correr. (Adjunto video de la milla de san antoni)
 
 
Llego a casa y me cambio lo más deprisa posible, tengo que correr antes de empezar para expulsar por los poros todo lo acumulado por la noche. Mi compañero de piso me evidencia de que estoy muy colgado.
 
Cada paso parece que vaya a caer al suelo, la respiración está completamente descontrolada, el flato ataca antes de haber hecho 20 metros y el dolor de cabeza cada vez es más agudo. Pero ya no hay vuelta atrás, tengo mi dorsal y faltan 5 minutos para empezar la carrera.
 
Como siempre me acerco a la meta y empiezo a observar a los corredores, sus caras, a ver qué me dicen. Hay muchos corredores muy imponentes y con camisetas de clubs muy reconocidos. Hay dos marroquíes que calientan a 10 metros del arco de salida y tienen pinta de ser auténticas bestias. A mí nadie me observa, soy un corredor con la equipación de Kalengi de primer precio. Pero el factor sorpresa puede ser un arma muy útil si la utilizo a mi favor.
 
Me noto muy asustado, es posible que haga el ridículo, si he querido correr esta carrera es para ganarla. Las condiciones que llevo y los atletas que hay, hacen que sea literalmente imposible subirse al pódium. Pero hablar de imposibilidades es peligroso en el mundo del deporte. A dos minutos del inicio me centro ya en mí, empiezo a autoconvencerme y a creerme de lo que soy capaz. “¿Cuántas carreras has tenido a atletas que te daban miedo y luego has quedado muy por delante de ellos? ¿Cuántas veces has dado la sorpresa?”
 
Quiero plantear una estrategia pero no me da tiempo a pensar nada, suena el disparo de salida y me coloco en el primer grupo corriendo como si fuera Pato Donald, no piso nada bien y me balanceo un poco a los lados en cada zancada.
 
 Llevan un ritmo muy fuerte, y no creo que aguante nada aquí. Pero llega ese cambio radical de mi cuerpo en el que se pone en fase de competición. Olvido los males y me mantengo en este primer grupo. No sólo eso sino que robo la primera posición a los 500 metros de carrera. Estoy corriendo justo detrás de la moto y el cámara. “Si me vieran los amigos con los que he salido no entenderían absolutamente nada”. 

https://www.youtube.com/watch?v=z12Mv62_jWo&feature=youtu.be (MINUTO 1:28)
 
 No sé si estoy dosificando bien o si los atletas que corren a mis espaldas son más fuertes que yo. Yo sólo voy a por todas, sin tener miedo a desfondarme a media carrera. De repente en la segunda vuelta un grupo de cuatro corredores suben considerablemente el ritmo, y aunque los intento seguir me empiezan a sacar una distancia prudencial. Intentaré hacer algo en la última recta.
 
A 200 metros de meta ya es imposible cogerlos, voy en quinto lugar a mucha distancia del sexto. Cruzo la meta en quinto lugar y primero de mi categoría. Se acerca uno de estos cuatro atletas y mantenemos una conversación digna de recordar.
 
- Vaya ritmo has marcado al principio, nos has asustado
- Sinceramente, no sabía que es lo que estaba haciendo. Me he quedado sorprendido del apretón que habéis pegado en la segunda vuelta. Se me ha sido imposible mantenerme allí
- No hemos ido rápido, aunque nos lo hemos jugado todo en los últimos 100 metros
- Madre mía, pues yo he ido a tope. ¿Entrenáis en algún equipo?
-Somos internacionales
- A, claramente no sabía lo que estaba haciendo al coger la cabeza de la carrera
- Siempre que veas un marroquí depilado en la línea de salida. Ponte detrás de él no te va a dejar que le ganes.
- Bueno, me voy a casa, buenas noches.
 
Se quedó un poco pensativo: “¿Buenas noches?”
 
Salud y km

martes, 16 de septiembre de 2014

Half IronMan Berga


Hace ya tiempo que no me dejo imponer por las bicis de los corredores. Tampoco por el clásico postureo: Pantalones cortos, calentadores de gemelos y una camiseta finisher. Y para poner la guinda al pastel hay que llevar la visera con las gafas de ciclismo sobre esta. Todo esto acompañado de unas depiladas y morenas piernas.

Todo esto no me asusta, a mí me asustan las piernas. Y por lo que se dejaba ver el día previo a la carrera esta competición estaba llena de bestias.  

Estos triatlones uno compite contra uno mismo, esa es la idea. Por eso no se puede ir a rueda. Pero la realidad es que somos competitivos por naturaleza  y queremos destacar sobre el resto. No he pagado 180 pavos para correr sólo.

Comienza el medio IronMan, y si os soy sincero le tengo miedo. Las distancias no son ninguna locura (2,9 km swim, 90 km bike, 21 km running) pero las dos disciplinas de piernas cuentan con desnivel. Vengo con los deberes hechos, pero el cuerpo en estas competiciones puede dar sorpresas.

Nadamos en un pantano que aparentemente es increíble pero la niebla no nos permite ver nada. Intento mover el agua con fuerza, pero no logro adelantar a muchos nadadores. No se me complica mucho esta primera parte y salgo con muchas ganas a recoger la bici.

La transición no la hago nada bien, pierdo mucho tiempo en gestos y movimientos innecesarios, y para colmo, me olvido el chip en los boxes.

Comenzamos con un puerto de unos 3 km. Es allí cuando empiezo a robar posiciones. Rápidamente vuelvo a cambiar el planteamiento, no me interesa a quien adelanto o a quien dejo de adelantar, estamos yo, una distancia y un tiempo. El resto es insignificante, esa es la idea.

Pero lo que dice el subconsciente acaba prevaleciendo sobre cualquier voz de la cabeza. Y a mí me lo dejaba muy claro: “aplástales”.

Se notan los kilómetros que he ido acumulando este año sobre las dos ruedas. Empiezo a adelantar y adelantar y nadie consigue mantener mi ritmo. Me siento superior al resto, y eso para mi parte psicológica es fundamental.

Aguanto una primera vuelta a una media de 33,5 km/h. No doy tregua en ningún tramo, los repechos superiores al 5% me levanto y hago fuerza sobre cada uno de los pedales moviendo el cuerpo junto con ellos.

Justo antes del punto medio adelanto a un grupo de 5 ciclistas completamente acoplado a la bici. Les paso a una velocidad bastante superior a la que llevaban ellos. Pero en el momento que cruzo por delante de todo el gentío me vuelve a pasar como si fueran los últimos 100 metros de sus vidas. Cuando la visión del grupo de espectadores ya no llega a vernos vuelven a disminuir el ritmo… Les entiendo, pero al fin y al cabo sólo cuenta una cosa: La meta y cuando la cruzas.

La segunda vuelta la hago a un ritmo muy fuerte, aunque cada vez cueste más adelantar a los triatletas nadie consigue mantener mi ritmo.

Llego al tramo de correr muy tocado, empiezo a notar como pierdo la técnica de la pisada. Noto fuertes dolores en el tobillo y la espalda. Aquí es cuando uno tiene cerrar los dientes y continuar sin pensar en el porqué y el cómo de los dolores. Esta es mi especialidad y debería estar corriendo por encima de casi cualquier corredor. Pero no es así, aunque sigo adelantando hay algunos corredores que logran mantenerme el ritmo o hasta incluso adelantarme.

Pero entre los ánimos de los familiares de los triatletas escucho un señor que dice algo que me hace apretar los puños y coger un ritmo potente: “¡Deja de correr con las piernas y corre con el corazón!” Sí, suena a mariconada de tres al cuarto, pero en ese momento necesitaba esas palabras.

Parece historia de cuento, pero en cuanto veo que es posible bajar de las 5 horas desaparecen todos mis males y marco un ritmo que alcanzo a los que me habían adelantado y no dejo que nadie me siga.

A los pocos minutos llego a un pasillo donde por encima de las vallas que lo delimitan sobresalen decenas de brazos para que les choque la mano. Al final hay un enorme arco con un speaker en uno de sus laterales, en la parte superior se encuentra el tiempo real de carrera, alzo la mirada y no puedo evitar emocionarme al ver los números: 4h horas y 53 minutos. Lo he conseguido. El griterío de la gente me hace cerrar el puño con fuerza y mover el brazo al estilo Rafa Nadal.

Una carrera muy sufrida, aunque me mantengo completo. Espectacular las sensaciones al cruzar la meta, todo el esfuerzo y dolor acumulado durante entrenos y carrera se ve compensado en ese momento.

Felicitar a Javier Santamaría por completar su primer medio IronMan. Como ya he dicho alguna vez: Lo importante no es el que participa, sino el que acaba.

 

Tiempo:04h:53m

Posición categoría (25-29): 2/17

Posición gen: 93/710