lunes, 21 de mayo de 2012

Ajramistas Vs Antiajramistas

Dentro del mundo triatleta, existe una variante que es el Ultrafondo. El ultrafondista suele competir contra sí mismo, las preguntas que se formula es: ¿Cuántos quilómetros puedo aguantar?, ¿Qué nuevo reto me puedo plantear?... O la famosa pregunta ¿Where is the limit?
Esta última pregunta es una de las frases de Josef Ajram, triatleta más bien ultrafondista patrocinado por RedBull.
Josef, se encuentra en una situación  como las que ha vivido Raúl González Blanco (ex-jugador del Real Madrid y de la selección Española), que tuvo que ser el motivo de una batalla entre Raulistas y Antiraulistas.
Dado los comentarios que empiezo a ver por Facebook y Twitter, se ve claramente que el triatleta está en medio de una batalla: Ajramistas Vs Antiajramistas (cuatro gatos).
Antes de exponer los argumentos de cada bando, sería bueno definir a Josef Ajram.
Después de haberme leído su libro “¿Where is the limit?” y de seguirle varios meses vía internet, comentaré brevemente quien es Josef Ajram:
Josef: Triatleta y Day-trader (compra-venta de valores a muy corto plazo). Me enfocaré en su parte como deportista.
Empezó a acumular méritos deportivos a partir del 2006 con una segunda plaza en la Titan Dessert (Una de las competiciones ciclistas más dura) tercera posición española en el maratón des sables (Una de las competiciones más duras de running), varios IronMans…
Entre 2007 y 2008 su carrera deportiva dio un vuelco al ser el primer español en completar el UltraMan (10km nado, 440km bike, 84km running). El informe Robinson nos pudo sacar un buen reportaje de la competición:

Josef ha completado muchísimas otras carreras de Ultrafondo (como el Epic Five, cinco IronMan en cinco días), dejo el currículum para quien se lo quiera leer con mayor detenimiento:
Se podría decir que Josef es uno de los triatletas que están de moda, es un gran deportista con su propio estilo. No sólo ha llevado el deporte físicamente, sino que ha creado un estilo de vida, ha creado una filosofía.
Josef, aunque sea un deportista excelente, no es el mejor. Unos cuantos le ganarán sobre las dos ruedas, bastantes le ganarán a pie y muchos lo vencerán a nado. Eso es lo que les hace apretar los dientes a los Antiajramistas, consideran que tiene una fama no merecida. Consideran que el ultrafondista no se merece entrar dentro de la élite.
Los Ajramistas, en cambio, no le valoran como deportista exclusivamente, sino por la filosofía que predica, por cómo vive el deporte y como lo expone al resto.
Se podría decir, que Josef es un triatleta que se ha puesto de moda, y eso implica que mucha gente empiece a practicar este deporte que tanto ha crecido los últimos años. Otros en cambio, se vean frustrados al ver que no están en el mismo “status” siendo también grandes deportistas. Les faltará más coraje.
Las conclusiones son obvias, la envidia puede ser buena en ocasiones: cuando uno se calla e intenta progresar para apartarla de su vista. Pero puede ser horrible en otras, como es el caso de los Antiajramistas que critican continuamente al triatleta.
Me hace gracia que algunos se burlen de que Josef no lograra acabar Seven Islands (7 IronMans en 7 días). Está mal burlarse de la gente, no cabe duda, pero entiendo que se haga continuamente. Lo entiendo (Y NO LO COMPARTO) siempre y cuando el que se burla sea superior al que es burlado. Y en este caso, se burlan aquellos que ni se habían imaginado semejante reto. Eso sí que tiene gracia.
Por tanto, voy a pedir a aquellos que tanto critican y envidian al triatleta, que consigan finalizar sus retos. Y luego… que se burlen.
Salud y kilómetros.

viernes, 18 de mayo de 2012

IronMan: más allá del entreno.

¿Cómo entrenar un IronMan? No es una pregunta que se pueda contestar objetivamente. Cada uno tiene su entreno y su manera de vivirlo. Pero de todas formas existen unas pautas comunes que hay que seguir.
En primer lugar es importante tenerle mucho respeto y miedo a esta competición. No tiene absolutamente nada que ver con un triatlón olímpico.  Puedes acabar en plenas condiciones un triatlón, incluso un doble olímpico/medio IronMan y llegar al IronMan y desfondarte.
Dicen que el fondista se hace y el velocista se nace, por tanto, cumplir o no con el reto es un tema de horas y sacrificio.
Para completar un IronMan no sólo hay que llevar entrenos muy constantes y exigentes, se trata de cambiar el estilo de vida. Es como sacarte una novia de esas que está todo el rato braseando pero sin embargo la quieres con locura.
Uno se ha de gravar a fuego esa palabra y desearla con mucha fuerza, es la única manera de aguantar los entrenos. La parte psicológica de todo esto me atrevería a decir que es la mitad del entreno. Pero hay un problema, es como la droga, y puedes acabar completamente obsesionado, esto es totalmente cierto.
Haz un blog de tus entrenos, ves mirando videos, conoce gente de este mundo… Acostúmbrate a tener en tu vida todo esto. Pero reitero que hay que tener cuidado, vicia mucho.
En primer lugar has de conocerlo, has de saber de qué distancias se están hablando. Poca gente ha hecho alguna vez en su vida cualquiera de las tres distancias por completo.
Puedes nadar 1,5 km sin problemas y ahogarte en el segundo, puedes pedalear 120km de bici bastante bien y que en el 125 Km se te suba un isquio y puedes correr 30 km sin muchos problemas y que en el 31 se te suba el gemelo.
Así que más que explicar un entreno pautado comentaré unos cuantos trucos muy importantes:
1.       Los entrenos han de ser siempre progresivos. No vale pegarse una primera semana al estilo Rocky Balboa y luego estar dos semanas de recuperación.
Pasa mucho, gente que empieza tan motivada que hace entrenos bestiales una semana y caen en lesión, enfermedad… Hay que conocerse poco a poco.

2.       Nunca debes hacer un entreno que te deje seco, siempre has de guardar energías para el próximo.

3.       Si algún día ves indicio de lesión, déjalo ipso-facto y descansa un par de días. Este ha sido uno de mis mayores errores, el querer forzar y perder semanas de entreno.

4.       Rara vez la que combines ciclismo y carrera a pie un mismo día. Es bueno que lo pruebes para acostumbrar, pero no ocasionalmente.

5.       La parte de nado sí que la puedes combinar con todo. Y aquí puedes nadar las distancias que quieras y al ritmo que quieras. Es muy difícil lesionarse.

6.       ¡Cuidado con el maratón! no hagas muchos en un año. Son crímenes contra las rodillas, hay que controlarlos, corre medios y de vez en cuando sube a 30 km.

7.       Salidas en bici has de tomarlas como costumbre los fin de semanas, largarte horas y horas sólo o acompañado (Cada uno lo que quiera). Es básico siempre disfrutar la bici, si no, esto se hace insufrible. (No digo que no haya que darse caña).
8.       Has de comer muchísimo hidrato de carbono. Muchísimo. Es lo más básico del entreno.
9.       En salidas duras de bici, prueba alimentos, geles, isotónicos… Que el cuerpo se acostumbre a alimentos energéticos. Yo en el IronMan al final me dolía más la barriga que las piernas al no estar acostumbrado a digerir estos alimentos.

10.   Salir de noche alguna vez… Yo personalmente lo aconsejo, como he dicho al principio, esto es una droga. Hay que buscar puntos de evasión. Sal alguna vez (contadas) y pásatelo bien. Va bien para aguantar los entrenos (yo los entrenos más duros han sido pre-farra, con las ganas de salir te das una caña inhumana).

11.   Tabaco, Marihuana… Una calada… Y estás fuera.
Cada cuerpo tiene un entreno distinto, hay que ir conociéndose poco a poco.
Salud y Km

martes, 15 de mayo de 2012

IronCat 2: Sufrimiento pasajero, Victoria eterna.

(Leer entrada anterior)

“¡¡¡¡VAAAAA, UN POCO MÁS!!!!”
Quedan unos 14 km, me desmoralizo completamente, ni el público ni mi familia es capaz de levantarme el ánimo. Me paro por completo y apoyo los codos sobre las rodillas, una situación de película “Rocky”, escucho el silencio y empiezo a recordar todo el esfuerzo por el que he tenido que pasar para llegar hasta allí.
“Y yo ahora ¿Cómo le explico a mis amigos que han confiado tanto en mí que no puedo lograrlo? ¿Qué me rendí en el campo de batalla?”
“Por Dios, haz lo que sea”
Las piernas están tan agarrotadas que no permiten el movimiento normal, los pies ni los siento, la espalda quemada por el sol… La situación es crónica. La impotencia empieza a invadirme, ya no tengo recursos.
Algunos me preguntan si quiero asistencia médica. Suspiro con fuerza.
“Yo acabo esto lo acabo aunque sea a cuatro patas”
Miro hacia los lados, me mira la gente, algunos callados y otros gritándome, yo sigo en mi silencio. Las piernas me gritan que no, pero el alma me ordena que sí… Saco lo poco que me queda, levanto mi cuerpo junto con mi hermano y a correr, si caigo… Caeré sabiendo que soy un guerrero.
La gente de la calle y de los balcones se levanta y empiezan a gritar, pitidos, aplausos, ánimos, bubucelas…
“Vamos Campeón. Vamos que ya es tuyo”
Me recorre otro escalofrío por el cuerpo y con ojos lagrimados sigo en mi lucha. La emoción me resucita.

Quilómetro a quilómetro, paso a paso, voy ganando distancia. En esos momentos cien metros más o  cien metros menos me importaban mucho, sufría cada metro.
A pocos metros de meta, mi hermano sigue a mi lado, no me ha dejado ni un solo momento, ha estado allí.
Cruzo el control y con los brazos levantados me digo:
“Felicidades. Eres IronMan”

Una sola brazada, una sola pedaleada y una sola zancada resultan ser insignificantes para lograr el IronMan. Pero a la vez son necesarias. Y cuando se suman cada una de esas insignificantes acciones repetidas veces, se logra el reto.
Detrás de este triunfo ha habido millones de pedaleadas, zancadas y brazadas, miles de quilómetros, cientos de horas, momentos de dolor, de desesperación, de desmoralización… Ha habido un enorme esfuerzo.
Entonces, ¿vale la pena? es la pregunta que más me he repetido durante los últimos meses. Y sobre todo durante la competición.
 Es un triunfo que lo tendré de por vida en mi interior. Que estará siempre allí, es imposible que se vaya, pase lo que pase. Todo el dolor se amortiza un segundo después de cruzar la meta. Por tanto: Sin duda alguna, ha valido la pena.
He de dar las gracias a todos los que me han apoyado, en la carrera tuve tiempo de recordar cada palabra de apoyo de mis amigos y familiares. Y era eso lo que me hacía levantar cabeza.
De verdad y sin ser falso humilde. No lo hubiese conseguido sin esa ayuda. Gracias.


Tiempos (transiciones incluidas):
Natación: 01:16:40
Ciclismo: 06:26:02
Maratón: 05:16:18
Total: 12:58
Posición total: 119 de 172
Posición sub-23: segundo (i último)

lunes, 14 de mayo de 2012

IronCat 1: Las caras de la moneda

Es mi momento, estoy ya en el banco triatleta, voy a canjear horas de sacrificio y entreno por algo… Algo que promete ser muy grande, pero no sé muy bien que es.
Pum¡… Empieza la carrera: ovaciones, aplausos, algún flash… No lo sé, no me interesa. Miro al suelo, cierro dientes con fuerza y me digo a mi mismo:
 “¡Calma, Cabeza y Coraje!”.  
Entro al agua el último, prefiero contar los que adelanto que los que me adelantan, psicológicamente me servirá.
El mar se ha levantado tranquilo, plano como un papel y permite al sol que le haga brillar. Increíble, como disfruto, cada vez que saco la cabeza para respirar las vistas me roban una sonrisa.
“Qué pasada, que bien me siento”
A medida que pasa el tiempo voy incrementando mi ritmo, muevo el agua con más fuerza, mejoro mi técnica (incluso llego a sacar la cabeza a ambos lados por tiempos de seis), me refuerzo psicológicamente... Todo va según lo planeado.
Completo las tres vueltas muy bien: Poco cansado, casi nada de heridas y una temperatura ideal. La primera vez que el mar me echa una mano.
Salgo del agua y veo a mi hermano que está en primera fila dándome apoyos. Sonriente y tranquilo me voy a por la máquina.

Transición tranquila: Me impregno de crema solar, me disfrazo de ciclista y a pedalear.


180 Km por delante, 6 vueltas de 30 Km. ¡Qué poco miedo les tengo! ¡Qué poco respeto!, gran error, al IronMan no se le puede subestimar.
El recorrido en general todo plano, se trata de una ida-vuelta por la misma carretera con un punto de control en cada esquina donde se ofrecen alimentos, líquidos... Típico avituallamiento.

En uno de ellos se encuentran mis padres y mi hermano que me van suministrando los alimentos que solicito: Plátanos, Barritas normales, isotónicas, geles energéticos… Pero lo más importante son los aplausos y ánimos de mi familia y la gente, básico para levantar cabeza. No lo valoraré hasta la tercera vuelta.


Las dos primeras vueltas las hago a muy buen ritmo, excesivo, realizo muchos adelantamientos y no soy adelantado prácticamente por nadie, no castigo mucho a las piernas. Hasta ahora todo esto ha sido coser y cantar.
Tercera vuelta, no bajo el ritmo, sin embargo un cuádriceps se me queja mucho, el derecho.
“¡¡Serás cabrón, si el izquierdo se calla tu también!!”
Completo la vuelta con problemas, la ida al primer punto de control es durísima, el viento es insistente y picante. En cambio la vuelta es perfecta, el viento se alía con el ciclista.
Cuarta y quinta vuelta se hacen extremadamente duras, insoportables: Empiezo a recibir fuertes golpes psicológicos, el cuádriceps izquierdo se une a las quejas de su hermano, Planta del pie dolorida, calor mareante, los hombros ya destrozados prueban todas las posiciones posibles para reducir el dolor ( en acople, normal, cuernos por abajo, sin manos, agarrando los apoya brazos…). Vueltas durísimas.
“He ido demasiado fuerte las primeras vueltas. Jorge, eres un avaricioso de mierda”
La ida de la quinta vuelta estoy tan desgastado psicológicamente que apoyo la cabeza sobre los acoples de la bici y rompo a llorar como si fuera un niño pequeño.
“Me falta aún lo peor y no puedo más… No lo conseguiré”
Sexta y última vuelta. He de liberar mi cabeza de pensamientos, me están tumbando. Empiezo a pensar en cosas, pero todo el rato aparece el dolor y el cansancio, aparece aquella parte de la cabeza que algunos llaman “prudencia”. Yo lo llamo “maricona”.

“Déjalo, te presentas a otro más entrenado y lo completas con buen tiempo”
“¿Por qué no te vas a dar una vuelta por las tierras estas y me dejas a mí en paz?”
Me pongo a rezar el rosario. Ave marías y pedaleadas, padrenuestros y pedaleadas… Acabo la última vuelta ya sin quererlo. Ya sólo me queda un maratón, sólo 6 vueltas de 7 quilómetros.
¡¡¡¡¿¿¿¿Sólo????!!!!
Los primeros diez quilómetros los hago a un ritmo increíble. Las piernas me funcionan bien y lo aprovecho. Adelanto a la gente como si estuvieran parados, incluso adelanto al líder de la carrera (me sacaba unas tres o cuatro vueltas).
“Vale, la bestia a despertado, preparaos todos para ser humillados”
Quilómetro 15: Crack¡ ahora es el gemelo derecho, me dice que el ya lo deja, que se va a dormir.
“¡E! ¡E! ¡E! Tranquilo, ya bajo el ritmo”
“Que no, que yo paro”
“Vale, vale, pues vamos a caminar un rato”
Mi nivel físico está destrozado, pero el sicológico está peor, me voy a dar por vencido, contra la lesión hay poco que hacer. Miro a mi madre que me apoya, me entran ganas de llorar otra vez.
“No puedo mamá, estoy fuera”
Me pongo a caminar un rato más, a cojear. Paso por el punto de control de meta, la gente al verme en tales situaciones me anima a otro nivel. Gritos, aplausos, gestos bruscos… Increíble, un escalofrío me recorre el cuerpo y noto como se me suben los ánimos, dosis psicológicas imprescindibles.
Empiezo a correr como puedo, un nuevo estilo, Zombierunning. El pie izquierdo lo apoyo torcido para no notar tanto el dolor.
Empieza lo más duro por lo que he pasado en toda mi vida… Me quedan unos 20 Km corriendo y no puedo casi ni caminar… Me da igual mi posición, mis tiempos, mis pulsaciones… Me da igual si voy último… Creo que lo voy a dejar en nada…




...

miércoles, 9 de mayo de 2012

¿Pájaro en mano, o ciento volando?

Un IronMan se completa con la fuerza física, la fuerza mental y con una buena estrategia. Las tres son básicas, es imposible tener suficiente fuerza física como para no necesitar la mental y a viceversa. 
La estrategia es la tercera pieza del puzzle, cada uno tiene la suya dadas sus condiciones físicas. He procurado plantear la mejor estrategia para mí.
Podría asegurarme el acabar, si me pongo como objetivo las quince horas, coronaría el IronMan prácticamente seguro. Voy muy tranquilo todo el rato y punto. Otra opción es ir a hacer un buen tiempo, el problema es que el riesgo de no acabar es elevado. ¿Pájaro en mano o ciento volando? Para cazar sólo uno, me quedo en casa. Allí va mi estrategia:
Sólo levantarme veré estos seis videos que anexo a continuación (son cortos):
 Desayunaré fuerte: Tostadas de queso y mermelada, pasta,  un red bull y una cápsula de magnesio, se que suena raro, pero la última vez me fue de perlas, por tanto, repetiré el mismo desayuno.  
Muchos triatletas toman un gel energético antes de salir, no va nada mal, empiezas embistiendo al mar con mucha agresividad, podría servir para completar la primera parte con un buen tiempo, sin embargo, prefiero no bombardear la barriga antes de salir. Me abstendré de esta primera carga.
No suelo jugármela en el agua, me lo tomo con mucha calma. Esta vez cambiaré un poco las cosas, le daré más caña a las olas, estoy harto de tenerle miedo, sé que puedo mucho más. Esperemos que así sea, como me desfonde en el mar lo llevo claro.
La transición, no me daré una prisa excesiva, pero estaré por la labor, no quiero regalar minutos. Me sacaré el neopreno, me colocaré el casco, algo de crema solar y a tirar. Ya comeré sobre la bici.
El último doble olímpico que competí les hice sufrir mucho a las piernas los primeros quilómetros de bici. No quiero que esta vez me piquen tanto, quiero empezar a rodar con fuerza. Si algo se hacer, es a no bajar el ritmo. Allí vendrá mi primera carga, solo salir del agua. Un power gel del sabor que sea más barato (aquí se evidencia que el escritor es catalán).
La primera vuelta (30 km) me comeré un plátano, un pequeño bocadillo de atún y un Kit Kat (no puede faltar). El plátano siempre va bien: Entra fácil, está bueno y evita rampas. El atún es lo que suelo comer cuando salgo en bici, así que no le cambiaré las cosas al estómago.  Y el Kit Kat, Porque es mi trabajo.
Mi bici cargará con dos botellines llenos todo el rato, uno de agua y otro de sales minerales.  Repostaré  en cada vuelta, sin bajarme de la bici, regalaré un botellín al suelo y cogeré uno nuevo. Procuraré beber muchísima agua, prefiero perder tiempo en orinar que incrementar el riesgo de insolación, caer desfondado…
Comeré  en abundancia durante todo el recorrido en bici (exceptuando las dos últimas vueltas). A nivel energético comeré unos cuatro geles repartidos  y varias barritas energéticas.
El ritmo será creciente a medida que pasen las vueltas, siendo la última vuelta a un 70 % aproximadamente. Eso es ser amante al riesgo. Que tiemble hasta el último pájaro.
Segunda transición, aquí no daré tregua a los cuádriceps. La quiero hacer rápida, creo que es un grave error dejar que se relajen los músculos.
Esta es la parte flexible, no sé muy bien como lo haré, el alimento dependerá  del estado de mi estómago y el ritmo de lo que me pidan las piernas y la cabeza. Aunque la idea es empezar suave e ir subiendo las pulsaciones poco a poco.
 Plantaré cara al monstruo más temido del IronMan: El monstruo del quilómetro treinta. Es un monstruo invisible que aparece los últimos quilómetros de las carreras de larga distancia para propinarte una samanta de golpes sobre las piernas. Por eso todo el mundo suele poner caras de dolor y se tocan las piernas en esos quilómetros. Yo cómo ya lo conozco, tal cual llegue lo destrozo.
Mi hermano será mi pierna derecha en esta competición, estará en cada vuelta para darme lo que necesite: Comida, cápsulas de potasio, de sal, magnesio, geles, réflex… Y sobretodo. Apoyo.
Si todo sale rodado, los últimos cien metros me taparé la cara con las manos para que no se me vea llorar… Hasta los IronMans lloran.
Salud y km.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Del Wiskie al IronMan

Triathlon, cuando se escucha por primera vez esa palabra, cuando te explican por primera vez que es… Lo ves tan lejano y tan difícil, que lo dejas pasar, no te paras a pensar si podrías conseguirlo. “Vaya locura, hay que entregarse en cuerpo y alma para hacerlo, no me da la vida hacer tres deportes”.
Sin embargo, no es así, está al alcance de todos. Los entrenos han de ser duros y exigentes, sino fuera así no tendría ninguna gracia todo esto. Vas luchando cada quilómetro, cada metro… Cada pedaleada, cada zancada, cada brazada… Y sin darte ni cuenta ves que no estás tan lejos, que puedes coronar un triatlón.
El día que me decidí a hacer mi primer Triatlón estaba con un cigarro en una mano y una copa de wiskie en la otra. Llevaba un verano sin salir a correr, años sin hacer una salida en bici y prácticamente la vida sin nadar. Eduardo Conde, un buen amigo, me comentó entre copas la posibilidad de realizar una de estas pruebas, en concreto, un triatlón Olímpico. Tenía pinta de ser habladeras de borrachos.
Con dolor de cabeza y el aliento alcoholizado fuimos a nadar 750 metros. Cuando acabé, al menos yo, estaba mareado, me dolían las orejas, la nariz, la cabeza… ¡Y SÓLO HABÍA HECHO LA MITAD DE LA PRIMERA PRUEBA! Desanima mucho, hay un sacrificio de por medio y una victoria desconocida por delante. ¿Qué gano con todo esto?
No lo dejé allí, fui entrenando día a día con un cierto grado de exigencia, en parte gracias a EC, que nos acompañábamos en la mayoría de entrenos. Cada día que pasaba, me gustaba más, me veía mejor y más fuerte, ese primer reto empezaba a estar a mi alcance. Y lo deseaba con fuerza.
Levantarte el día de la competición a las 6 de la madrugada para hacer un primer triatlón es una sensación increíble:
Nervioso, se siente una respiración no controlada, no espontanea, pero se intenta evitar, como si se tratara de cualquier otra cosa, simplemente buscando la normalidad. Se da mucha más importancia de lo que es, pensándolo en frío, ¿Por qué me he de preocupar?, pensándolo en situación… No lo piensas.  La cabeza es experta en mostrarte las peores situaciones que te puedan ocurrir, tan malas como improbables y tan improbables como aterradoras.
Atento al oleaje, a la gente con gorro y gafas, a los que llevan cámaras de fotos, tejanos y camisa, a los del chaleco amarillo, los del chaleco rojo… Y sobretodo atento a tus movimientos y  tus expresiones faciales.
En estas ocasiones no puedes exteriorizar tus miedos, buscas engañar, que  la gente vea que estás acostumbrado a todo esto, es una más. Escupes al suelo y giras la cabeza con chulería, que vean que estás tranquilo. Piensas que todos te observan, pero la realidad es que nadie sabe de tu existencia.  Encuentras a tu presa mirando confundido a todos lados, se le ve el miedo, ¡te he pillado!, pero entonces el te descubre a ti, no se deja imponer tan fácilmente, sonríe levemente y camina con alevosía.  Acaba convirtiéndose en una batalla campal de los débiles e inexpertos, haber quien disimula más el miedo. Nos vemos las caras en el agua.
-          ¡Faltan 15 minutos para la salida de élite!
Salida de élite, este nombre sí que impone. Élite, ¿Qué es élite?, no lo sé, pero suena bien. Me acerqué a la zona donde estaban estos guerreros. No estaban nerviosos, se les veía seguridad, estaban atentos al fondo azul, la mirada fija. Parecían titanes, no me atrevía a disimular nada, si me miraban bajaba la mirada y asumía mi derrota, están  muy por encima mío.
-          ¡Faltan 10 minutos para la salida de élite!
-          ¡Faltan 5 minutos para la salida de élite!
-          PUM.
Miraron su reloj una fracción de segundo y se lanzaron al agua como delfines, parecían una única ola. Multitud de brazos que desaparecían bajo la manta azul y volvían a salir al exterior para volver a clavarse como un puñal en el agua. Al mar no le hacía ninguna gracia y les empujaba con fuertes olas, les intentaba apartar de sus dominios, pero no conseguía prácticamente ni frenarlos, son “élites”. Iba comprendiendo ya su significado.
En estas situaciones se destapan los débiles, todos aquellos que se quedan con la boca entreabierta viendo la sacudida que está recibiendo el Mediterráneo. 
Al cabo de un rato se observaba cómo hasta incluso dentro de “la élite” existe una jerarquía. Un grupo de cinco se adelantaba del resto. No tenían nada de miedo, luchaban contra el agua sin parar, cruzaban las olas sin descansar. 
Sólo se escuchaba hablar de ellos, nadie tenía en cuenta a los de atrás.
-          Míralos, que bestias son.
-          Increíbles, que fuertes están.
-          Como pueden ir así, yo ya me hubiese ahogado.
Al llegar a la mitad de la primera prueba se aliaron con el mar. Las olas ya no impedían, ayudaban. Pasaron de contar de manera ascendiente a descendiente. Es mejor pensar en lo poco que te queda que en lo que te falta.
Empezaban a descubrirse los primeros torsos, habían pasado ya la primera prueba. Empezaron a correr con la mirada aún fija. Flashes, aplausos y ovaciones les rodeaban durante todo el recorrido hasta donde estaban las bicicletas de la élite.
No puede ver más, anunciaron mi salida.
-          ¡Faltan 15 minutos para la salida del grupo 1!
Se me aceleró la respiración a tope, el corazón bombeaba a una velocidad que podría mantener 3 personas en vida, me daba igual lo que pensara la gente de mí, estaba demasiado nervioso como para ponerme a actuar.  La cabeza no paraba de bombardearme con predicciones visuales horribles.
Los carteles e hinchables promocionales, la respiración de la gente, el pesado del altavoz informando la situación de la carrera, los aplausos de las personas… Todas aquellas cosas que dan importancia a la carrera es lo que acaba de hacer florecer tus nervios.
En una situación de este tipo se mira al reloj cada 15 segundos, segundos que parecen minutos, y a medida que van pasando hacen crecer tus nervios. Esa sensación de claustrofobia que se siente es dura de soportar, ya no puedes volver atrás, estás aquí y no tienes otra.
-          ¡Faltan 10 minutos para la salida del grupo 1!
Demasiado tiempo. Estaba en contacto con el resto de competidores. Me colocaba el gorro y las gafas, me lo sacaba, me lo volvía a colocar, me lo sacaba… Cualquier cosa para matar el tiempo.
-          ¡Faltan 5 minutos para la salida del grupo 1!
Se para el tiempo, escuchas el silencio. El corazón podría mantener 15 personas vivas, tu respiración podría hinchar un neumático de tractor. Es insoportable. 5 minutos durísimos. PUM, comienza el reto.



 La llegada a meta es inexplicable, se ha conseguido. Esa bestia que te cortaba la respiración ha salido de estómago, pero, siempre aparece otra. Te cuelgan la medalla de Finisher y es un tesoro personal. Si ese día me llegan a dar el palo vuelvo desnudo pero con la medalla colgando. Era lo que más quería en el momento, era el símbolo de la superación de mi reto personal.
Pero al día siguiente quieres más, eso no puede quedar allí, sientes que has de continuar… En pocos meses me veo entrenando para el IronMan, siendo de los más jóvenes de la competición.  
Curioso, me lo llegan a decir la misma noche que estaba con mi wiskie-cola y mi cigarro marca “camel” y me entra un hartón de reír. ¿Un IronMan? Si voy hasta la bolla y me ahogo, si mi bici tiene telarañas, si… ya no río, tiemblo, pero con los dientes cerrados, dispuesto a dejármelo todo en el campo de batalla, a nadar cuando me falte la respiración, a pedalear cuando se me encojan los músculos y a correr cuando mi cuerpo me lo prohíba. De esta carrera depende mi actitud, puedo ser un avaricioso impulsivo o un IRONMAN,  no pienso dejar ni que la avaricia ni la impulsividad sean parte de mí, eso lo tengo claro. Y todo esto ¿Por qué?, No lo sé. Eso es lo mejor de todo.
Con todo esto quiero decir, que en esta vida no hay tiempo para tener miedo o para decir “Bah paso”.  El tiempo es justo, y hay que ir a saco. Siempre con cabeza.
Haber como acaba este capítulo, pero está claro que será interesante.