Suenan los cuartos de las campanadas, estamos todos a la
espera de la campanada principal para salir al ataque. Los corredores que tengo
a mi lado me suenan de vista de otras carreras. Posiblemente yo también les
sonaré a ellos, no es muy usual ver en las primeras líneas un chaval vestido de
pies a cabeza con la equipación de Kalenji.
Salimos y cojo la cabeza de la carrera, me encanta girarme y
ver como se van descolgando los corredores hasta que nos quedamos un pequeño
grupo.
A los 100 metros me adelanta un grupo de 5 corredores a 2:52
el km. “No les sigas, este ritmo no se aguanta ni medio minuto más” Me retraso
y me pongo en la cola del primer grupo de carrera.
Llega la primera subida y vuelvo a retomar mi posición,
ahora si que no me muevo. Tengo un ciclista delante que nos marca el camino y
eso ayuda a pensar sólo en mis ritmos sin tener que pensar en no perderme.
A os 4 km me siguen 4 corredores, uno pegado a mi nuca y
tres a unos 10 metros de distancia. Creo que es hora de hacer algún ataque, me
siento muy bien y quiero aprovecharlo.
Cogemos el primer “corriol” y aprieto el ritmo con mucha
fuerza. Al finalizar esta primera subida me giro y ante mi sorpresa veo el
segundo corredor que no se ha dejado imponer. Me entra un poco el miedo, he
apretado mucho y no es normal que me haya aguantado.
Vuelvo ha hacerlo en la bajada. Bajo arriesgando en cada
salto y derrapando con la suela en las curvas. Pero aún yendo más rápido no
logro perderle de vista. Está claro que es un buen corredor.
Estamos así hasta el km 7 que vuelvo a atacar y no logra
aguantar el ritmo. Ahora sí, corro sólo. Me siento muy bien y puedo controlar
un buen ritmo sin agotarme demasiado. La carrera es larga (22 km) y quiero
aprovechar mi energía al final. De todas maneras no puedo permitir que el
segundo corredor me vea, no quiero darle pistas de cómo voy ni dónde estoy.
Me siento bien en todo momento: En las bajadas soy técnico,
en las subidas potente y en el plano constante. Pierdo el miedo, estoy
corriendo muy rápido y no noto en ningún momento que decaiga.
Empiezo a ser prudente y bajo el ritmo para asegurar un buen
final. Para que exprimirme a mi 100% asumiendo el riesgo de petar. Tengo muy
clara una cosa: Voy a ganar. Sonrío y aprieto el puño.
Soy el primero, y no ha sido fácil: Madrugones, levantarse
del sofá a regañadientes, salir con lluvia, viento, frío, calor, gritos, sufrir
desesperos, impotencia, dolor, caídas, rascadas, contusiones, esguinces… Pero todo esto tiene una contrapartida que
supera con creces las malas pasadas: Liderar una carrera.
En el último km se que he ganado, voy justo detrás de las
dos bicis que me abren el camino entre los corredores que están subiendo por el
km 12-14 (coincidía el recorrido en ese tramo). La gente me aplaude y me anima.
Escucho al speaker que dice que he batido el record de las
otras ediciones por cuatro minutos. Me quedo gratamente sorprendido sabiendo
que he llegado en buen estado.
He de felicitar a la organización porque en este caso ha
sido excelente. Voluntarios en todo momento, cada metro señalizado y unos
avituallamientos excelentes. MUY BIEN.
Otro pódium como embajador de Kalenji. Orgulloso de estar en
este gran equipo.
Salud y km técnicos.