viernes, 20 de junio de 2014

Transformar dificultades en oportunidades

La ilusión de cumplir con aquel reto que llevas meses anhelando. Las ganas de levantar los brazos y suspirar con fuerza sabiendo que lo has conseguido. Escuchar la multitud aplaudiéndote y felicitándote, sabes que te lo has ganado. Pero lo mejor es cuando te cuelgan la medalla, estrechas la mano con el asistente y lanzas un grito al aire que sólo se acaba cuando ya no aire por expulsar, pero en realidad el alma sigue. Un grito que expulsa a una bestia que llevaba semanas atormentándote, creada a base de sufrimiento, dolor y desanimación.  Incluso te llevas las manos a la cara para que nadie vea el brillo de tus ojos por las lagrimas.

Horas y horas de entreno, no importaba si diluviaba, nevaba o hacía un sol desesperador. Tampoco si eran las diez de la noche o las 6 de la madrugada, ni siquiera dejar de lado planes ociosos, salidas nocturnas y cenas alargadas. No importa, las dificultades que surgen a la hora de alcanzar un objetivo son las que hacen del reto algo increíble que es capaz de lanzarte al aire a por más sueños.

A pocos días de la gran competición surge un imprevisto que te impone un muro entre tú y ese reto que llevas meses visualizando. Una febrada que me pone problemas para llegar de la cama al baño.
Hoy he soñado que me recuperaba, me levantaba y llamaba a mi hermano.

"Luís, nos vamos a Luxemburgo, salimos en 5 minutos"

Cuando me he levantado y me he topado con la cruda realidad he asumido que no podía competir ya. ¿Y ahora qué?

En el momento en el que dejas que los golpes de la vida te desanimen es cuando  pierdes ventaja respecto aquellos que han decidido ser valientes. Esto es como las carreras, si bajas el ritmo en un sólo kilómetro puedes perder diez posiciones. Y siempre se trata de adelantar.

Luxemburgo ya es agua pasada, ahora toca poner la mira en otros retos aún más difíciles de lograr, toca levantarse y correr. Levantarse y pedalear. Levantarse y nadar. Levantarse y luchar. Porque una dificultad sólo da paso a un mayor logro si se transforma en una oportunidad,  los obstáculos del camino nos hacen más fuertes... En este deporte no hay tiempo para bajar la cabeza.


Salud y km

miércoles, 18 de junio de 2014

Medio maratón la campana

La primera carrera iniciada mediante unas campanadas. Salimos los 300 corredores dispuestos a correr: Unos van a ganar, otros a hacer tiempo y los más valientes que sólo quieren acabar.

¿Y en que grupo estoy yo? No lo sé, no conozco el recorrido y nunca he corrido 22 km con 1600 m de desnivel en montaña.

Salgo en el primer grupo. Llevan un ritmo que no creo que aguante toda la carrera. Sin embargo, como desconozco mis posibilidades aguanto allí. Poco a poco se van descolgando corredores, hasta el punto que dos se distancian y nos quedamos unos peleando por la tercera posición.

La primera bajada técnica me escapo y les saco distancia en la trialera de subida. El ciclismo me aventaja mucho cuando se trata de subidas fuertemente inclinadas y obstaculizadas.

Me quedo sólo, entre las presas y los depredadores. Me olvido de los dos atletas que tengo delante y me preocupo en sacar distancia al cuarto corredor. La verdad es que no tenía en mente esta situación, así que no sé hasta dónde aguantará mi cuerpo. Tan sólo llevo 5 km.

Voy girando la cabeza continuamente con la esperanza de no ver a nadie. Es allí cuando empiezo a plantearme la parte sicológica de la carrera. Está claro que no es la buena actitud: Mirar hacia atrás con el temor a que me adelanten. Si estoy corriendo en esta carrera, en esta posición y a este ritmo es porque he mirado siempre hacia adelante.

Empiezo a apretar el ritmo, paso de temer al corredor que sube detrás de mí a retarme con los que están por delante. Los veo a lo lejos, pero por mucho que me esfuerce no logro recortarles distancia. Los tengo todo el rato a unos doscientos metros.

Kilómetro a kilómetro, no bajo el ritmo, no pierdo tiempo en ningún repechón, roca, río… Nada, lo cruzo todo a gran velocidad. Estos pequeños detalles hacen que en el km 15 pille al segundo y le robe la posición.
Empezamos a correr codo a codo el resto de kilómetros. No me interesa atacar, soy muy bueno en el último sprint. Me espero.

En el km 21 empieza a apretar y me pongo justo detrás de él, pero en la bajada se me escapa.  Tengo ese último sprint para ganar la posición, sin embargo hay algo evidente con lo que no había contado: mis piernas han cruzado su límite. 

Miro hacia atrás para que nadie me robe el momento de cruzar la meta en tercer lugar. Levanto los brazos y saco aire con fuerza.

“Te has ganado un buen Podium”

En la meta atiendo a los periodistas y me pongo a estirar. Tenía que pegarme esta última sobrada, nunca me había entrevistado para un periódico, pero en el momento me sentí Sergio Ramos en plena rueda de prensa. 

Muy contento con mi posición y mi tiempo.

1h: 39 min, 48 seg       3 clasificado general    




Salud y km

lunes, 2 de junio de 2014

10 km de Santa Perpetua: Lo increíble es sufrir


Empezar a notar como la respiración se descontrola completamente, se olvidan del ritmo que imponen las piernas. Entran pequeñas caladas de aire y salen expulsadas por la misma boca al instante. Pero te corriges: "inspirar por la boca, expulsar por la nariz". Siempre se llega tarde y el flato ataca.

Las piernas agarrotadas bajan el ritmo, el chasquido de los dientes y la mirada clavada en el corredor de delante dejan claro que aquí se ha venido a sufrir hasta el final, nadie te ha pedido que reduzcas la intensidad.

Pero lo peor de todo está por llegar... Aunque en realidad es lo que hace de este deporte una auténtica maravilla.

 

10 km mixtos por delante, salgo entre los 10 primeros. Allí se encuentra mi objetivo, no bajar del pódium largo. Para ello tengo calculado el ritmo, 37 minutos los 10 km.

Mantengo un ritmo algo superior, me junto con los primeros. Poco a poco se van distanciando los tres primeros. Es un clásico, siempre son tres, no hay sitio para un cuarto. Me quedo sólo en noveno lugar. Vamos a aguantar esta posición como un león.

Al km 5 noto como alguien me empieza a ganar terreno, este me pondrá problemas. Así hasta el km 8, tengo detrás al mismo corredor presionándome, voy girando la cabeza y observo que me gana metros por minuto.

Es aquí, cuando se te llena la cabeza de paja y sólo quieres parar. Todo el cuerpo se alía para que sufras, te está avisando: "Para, te estás excediendo"... "A eso he venido".

Dejo de mirar hacia atrás y cambio los papeles de la situación, paso de ser presa a depredador, voy a por el de delante que me saca una distancia considerable. Subo el ritmo, el aire es expulsado con una nota de voz al estilo Rafa Nadal.

Este es mi terreno, cuando hay que sufrir. A 150 metros de meta adelanto al 7mo lugar, nos echamos una mirada que nos lo decimos todo:  "ESPRINT FINAL", mi mirada aguantó un poco más porque quería transmitirle algo más: "NUNCA HE PERDIDO UNO".

Hablo de ese duelo final donde sólo trabaja la cabeza; las piernas y los brazos se mueven sólo porque la cabeza los engaña. La mayoría de los corredores no se preocupan mucho por esta posición tan sufridora. Tiene sentido, te dejas todos los músculos del cuerpo para ganar una posición irrelevante. Pero los buenos corredores son peligrosos porque les da igual la posición, lo que les preocupa eres tú mismo. No se van a dejar ganar en los últimos metros.

Esprintamos los últimos 50 metros. Nada, reiterando lo que le dije al mirarlo. No pretendas ganar en la última recta a un chalado que ha cruzado varias metas cayendo al suelo.
 



 

Cuando cruzas la meta, la satisfacción te hace entender todo lo que has sufrido. Y por eso, vale la pena sufrir hasta el último centímetro del millón que hay.

El mejor tiempo de mi vida en los 10 km de cursa mixta: 35,48 minutos. Segundo de mi categoría y 7o de la general. Unos resultados de los que me siento muy orgulloso.

Pero hubo más guerreros en esa carrera, el equipo de ciclismo de Decathlon Mollet, lucharon hasta batir sus ambiciosas metas. Quim Pereira, Joan Parés, Javier Santamaría, Guillermo Caro y Jose Manuel Monge: Calma, cabeza y coraje.

Salud y km,