Cursa sant vicenç de Mollet del Vallès
Los comentarios previos a la carrera se basaban en quien
quedaría segundo, tercero, cuarto… A mí me nombraban a partir del cuarto
puesto, las tres primeras posiciones estaban ya cogidas, sobretodo la primera,
como si se tratara de una lista inamovible. Y lo bonito del deporte, en
realidad, está en las sorpresas y no en lo que se supone que tiene que ocurrir.
Todos hablaban del mismo: Otmani. Un corredor que juega en
otra liga, muy por encima del resto. Pues en ese momento me creí la
imposibilidad de robarle la posición. Pero lo que piensas fuera de competición
no tiene nada que ver con lo que piensas cuando estás dentro.
La gente me conoce y estoy entre los favoritos, pero paso a
un segundo plano. En el momento de la salida sólo había una persona que se
creía que podía ganar, y desgraciadamente, no era yo.
Suena el disparo y me coloco en el primer grupo de carrera.
Durante los primeros km me mantengo muy cómodo, pero no quiero arriesgar a
escaparme, tomaré las decisiones según lo que hagan los tres fantásticos que
todo el mundo me ha estado nombrando.
Hasta el km 3 nadie toma la iniciativa y lo único que sucede
es una selección natural por un ritmo progresivo.
Sólo empezar escucho muchas zancadas que resuenan por la
parte trasera de mis oídos, a los dos km ya se escuchan menos, y menos, y de
repente sólo escucho unas pisadas. Miró hacia al lado y me pasa Otmani por
debajo de tres minutos el km. Estamos en el km 6 y aún queda mucha carrera por
delante.
Cierto es que a menos de 10 metros hay dos corredores, pero
en estas carreras hay una cosa clara que aprendí en un trail de montaña que iba
en la cabeza con dos grandes campeones, les advertí que a menos de 20 metros
teníamos una atleta. Recuerdo que me sonrió y me dijo: “Si no está aquí no es
porque no quiera, es porque no puede”.
Me da la sensación de que el atleta marroquí se me puede
escapar, no le puedo dar ni un metro de confianza, tengo que estar detrás de
sus talones. Allí entra un debate en mi cabeza, si conservo la posición no
tendré problemas, pero me he de conformar con un segundo lugar. Si le intento
seguir puede ser que gane, pero caigo en el riesgo de petar e irme fuera de
todo pódium. Se resuelve mi duda rápido, me siento bien y voy a apretarle, me
olvido de quien es y me centro en pensar en quien soy yo.
Miro mi reloj y veo que voy por debajo de 2:50 el km y
estamos cruzando el km 7. Aguanto allí con la incertidumbre de cómo responderá
mi cuerpo.
Estos momentos de carrera son espectaculares, hay muchísimas
personas animando y gritando en cada punto de la carrera, una cámara sobre una
moto a menos de un metro de tus piernas y una tensión especial provocada por el
corredor que tengo a mi lado.
Tengo una cosa clara, si llegamos a la pista juntos… Ganaré,
no perderé en un sprint. Me seducía mucho la idea de luchar toda la carrera los
últimos 100 metros, pero no pudo ser así. Algo pasa con Otmani y se queda
atrás, me quedo con el liderato de carrera a tan solo 1,5 km de la meta.
En esos momentos sé que he ganado, aunque queda una última
subida. Estoy cómodo y el segundo puesto está suficientemente alejado para que
pueda saborear un último km de carrera.
Llego a la pista de atletismo y se me pone la piel de
gallina, hay muchísima gente aplaudiendo en silencio. Pero eso no es lo que me
hace emocionarme, sino las caras de sorpresa de la gente.
Cruzo la meta y grito de emoción. Esta carrera la corrí hace
tres años y me llevé una decepción al quedar en posición 33. Prometí algo: “Volveré”,
no hace falta especificar para que quería volver, se sobreentendía. Hoy vuelvo
a estar aquí, pero los papeles han cambiado. 33:32 minutos
Miro a la persona que sí creía en mí y me lanzo sobre ella,
vuelve a estar una vez más al pie del cañón. No sólo en la meta sino durante
toda la carrera. Porque como siempre, en el bolsillo interior de mi pantalón me
acompaña el ya famoso elefantito con la trompa hacia arriba. Gracias una vez
más.
Una última reflexión: En
el deporte y en la vida, hay muchos que nacen y se entrenan para algo, pero el
mejor entre todos estos, es el que se equivoca, es decir, el que arriesga.
Un gran honor haber ganado también en categoría equipos con
Kalenji Team. Gracias por hacerme más fácil esto, increíbles sensaciones con la
nueva equipación de Kalenji.
Mi más cordial Enhorabuena !!
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