martes, 16 de septiembre de 2014

Half IronMan Berga


Hace ya tiempo que no me dejo imponer por las bicis de los corredores. Tampoco por el clásico postureo: Pantalones cortos, calentadores de gemelos y una camiseta finisher. Y para poner la guinda al pastel hay que llevar la visera con las gafas de ciclismo sobre esta. Todo esto acompañado de unas depiladas y morenas piernas.

Todo esto no me asusta, a mí me asustan las piernas. Y por lo que se dejaba ver el día previo a la carrera esta competición estaba llena de bestias.  

Estos triatlones uno compite contra uno mismo, esa es la idea. Por eso no se puede ir a rueda. Pero la realidad es que somos competitivos por naturaleza  y queremos destacar sobre el resto. No he pagado 180 pavos para correr sólo.

Comienza el medio IronMan, y si os soy sincero le tengo miedo. Las distancias no son ninguna locura (2,9 km swim, 90 km bike, 21 km running) pero las dos disciplinas de piernas cuentan con desnivel. Vengo con los deberes hechos, pero el cuerpo en estas competiciones puede dar sorpresas.

Nadamos en un pantano que aparentemente es increíble pero la niebla no nos permite ver nada. Intento mover el agua con fuerza, pero no logro adelantar a muchos nadadores. No se me complica mucho esta primera parte y salgo con muchas ganas a recoger la bici.

La transición no la hago nada bien, pierdo mucho tiempo en gestos y movimientos innecesarios, y para colmo, me olvido el chip en los boxes.

Comenzamos con un puerto de unos 3 km. Es allí cuando empiezo a robar posiciones. Rápidamente vuelvo a cambiar el planteamiento, no me interesa a quien adelanto o a quien dejo de adelantar, estamos yo, una distancia y un tiempo. El resto es insignificante, esa es la idea.

Pero lo que dice el subconsciente acaba prevaleciendo sobre cualquier voz de la cabeza. Y a mí me lo dejaba muy claro: “aplástales”.

Se notan los kilómetros que he ido acumulando este año sobre las dos ruedas. Empiezo a adelantar y adelantar y nadie consigue mantener mi ritmo. Me siento superior al resto, y eso para mi parte psicológica es fundamental.

Aguanto una primera vuelta a una media de 33,5 km/h. No doy tregua en ningún tramo, los repechos superiores al 5% me levanto y hago fuerza sobre cada uno de los pedales moviendo el cuerpo junto con ellos.

Justo antes del punto medio adelanto a un grupo de 5 ciclistas completamente acoplado a la bici. Les paso a una velocidad bastante superior a la que llevaban ellos. Pero en el momento que cruzo por delante de todo el gentío me vuelve a pasar como si fueran los últimos 100 metros de sus vidas. Cuando la visión del grupo de espectadores ya no llega a vernos vuelven a disminuir el ritmo… Les entiendo, pero al fin y al cabo sólo cuenta una cosa: La meta y cuando la cruzas.

La segunda vuelta la hago a un ritmo muy fuerte, aunque cada vez cueste más adelantar a los triatletas nadie consigue mantener mi ritmo.

Llego al tramo de correr muy tocado, empiezo a notar como pierdo la técnica de la pisada. Noto fuertes dolores en el tobillo y la espalda. Aquí es cuando uno tiene cerrar los dientes y continuar sin pensar en el porqué y el cómo de los dolores. Esta es mi especialidad y debería estar corriendo por encima de casi cualquier corredor. Pero no es así, aunque sigo adelantando hay algunos corredores que logran mantenerme el ritmo o hasta incluso adelantarme.

Pero entre los ánimos de los familiares de los triatletas escucho un señor que dice algo que me hace apretar los puños y coger un ritmo potente: “¡Deja de correr con las piernas y corre con el corazón!” Sí, suena a mariconada de tres al cuarto, pero en ese momento necesitaba esas palabras.

Parece historia de cuento, pero en cuanto veo que es posible bajar de las 5 horas desaparecen todos mis males y marco un ritmo que alcanzo a los que me habían adelantado y no dejo que nadie me siga.

A los pocos minutos llego a un pasillo donde por encima de las vallas que lo delimitan sobresalen decenas de brazos para que les choque la mano. Al final hay un enorme arco con un speaker en uno de sus laterales, en la parte superior se encuentra el tiempo real de carrera, alzo la mirada y no puedo evitar emocionarme al ver los números: 4h horas y 53 minutos. Lo he conseguido. El griterío de la gente me hace cerrar el puño con fuerza y mover el brazo al estilo Rafa Nadal.

Una carrera muy sufrida, aunque me mantengo completo. Espectacular las sensaciones al cruzar la meta, todo el esfuerzo y dolor acumulado durante entrenos y carrera se ve compensado en ese momento.

Felicitar a Javier Santamaría por completar su primer medio IronMan. Como ya he dicho alguna vez: Lo importante no es el que participa, sino el que acaba.

 

Tiempo:04h:53m

Posición categoría (25-29): 2/17

Posición gen: 93/710

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