viernes, 13 de abril de 2012

A rueda hasta Terradillo

La noche de burgos la pasamos en el albergue municipal, el albergue está bastante bien, pero tiene un inconveniente que nos dio la noche a los cuatro, justo abajo hay una discoteca, tuve que comprobarlo al día siguiente por la mañana porque pensaba que era un zoológico. Un (con perdón) subnormal se dedicó a gritar “ANTONIO UNA DE QUESO” toda la noche, supongo que era una broma, poco me quedó para bajar y estamparle la llanta de la bici en la cabeza.
Por tanto con pocas horas de sueño y un desayuno demasiado ligero hicimos funcionar las máquinas, el cuentaquilómetros empezaba a numerar.
Salimos los cuatro iniciales junto con dos nuevos ciclistas llamados Lander y Cristobal. A Fernando le vino anillo al dedo estas incorporaciones, en especial Lander, que le dejó un culot largo.

Al principio el frío calaba los huesos, pero a los diez minutos de pedaleo se entraba en calor. Nos pusimos los seis en pelotón aprovechando la rueda del de delante. Se trata de ponerse uno detrás del otro, el primero de la fila se traga todo el viento y ha de hacer más fuerza sobre el pedal, cuando está cansado, el de atrás de la fila que ha hecho menos fuerza le coge la posición, y así se va rotando. La verdad es que nos salió un poco chapuza, pero nos fue bien.




El recorrido era todo plano, con campos y llanuras que la vista no alcanzaba ver el fin, en general era bastante bonito, pero ni punto de comparación con lo que nos esperaba. Lo más bonito fue el castillo de Castrojeriz, básico detenerse con un aperitivo para verlo.


Hay una pendiente de un quilómetro y un 12% de desnivel hasta lo alto de mostelares, nos dejó atosigados, pero recuperamos la forma del músculo en la bajada. Justo abajo empezó a llover, Lander decidió tirar para escapar de la lluvia, se separaron nuestros caminos. El resto tiramos bajo la nube agresiva hasta Boadilla del Camino.
Allí nos comimos dos bocadillos de tortilla con chorizo cada uno, os aseguro que ha sido el mejor bocadillo que he probado en mi vida (excepto el de albóndigas de Ciudadella-Menorca). El restaurante era un clásico del norte, una casa impregnada de rusticidad y antigüedades. Para que os hagáis una idea, la calefacción era de la época Románica, es decir, el calor venía del suelo. ¿Los romanos tenían suelos calefactores? Sí, hogueras bajo las baldosas, increíble pero cierto. Chupito de Orujo de hierbas del lugar y otra vez a rodar.
Nos adelantamos una etapa y acabamos en un albergue en Terradillo de los templarios, donde después de una buena cena y una cerveza nos fuimos a los brazos de Morfeo.
Eugenio y Fernando muy amables nos ofrecieron a Eduardo y a mí la habitación con menos gente. ¿Amables? Qué cabrones, una habitación con sólo dos personas más que contaban como 40 olores corporales, era insoportable ¡madre mía!, esos guiris llevaban unos cuantos años sin tocar el agua. Qué asco, nos costó dormir mucho, pero el culmen fue cuando el oso panda ese se puso a roncar. Nunca, repito, NUNCA había escuchado algo igual, ese tío se dejo la garganta, cuerdas vocales y faringe en esa habitación.
Datos de la etapa:
Desde Burgos a Terradillo de los Templarios
Distacia: 115 km
Tiempo de pedaleo: 5:41:21 horas
Altura ganada: 783 metros
Máxima altura: 937 metros
Mínima altura: 764 metros
Quilómetro más rápido: 1:27 minutos



No hay comentarios:

Publicar un comentario