4:09:43, un tiempo tan bueno como el primer clasificado.
Tras esas 4 horas hay un sacrificio diario, un esfuerzo constante… Hay Calma,
hay cabeza y sobretodo mucho coraje. El coraje de levantarse un día y decir: “Correré
un maratón”. La valentía de adelantar una hora el despertador. La braveza de
escuchar entre todas las voces, la que habla más flojito, aquella que dice: “Tu
puedes”.
Algo les para, les impide cruzar la meta a solo 10 pasos de
su merecida cima… Una explosión que deja a numerosos atletas heridos y provoca
tres muertes, entre ellas un niño de 8 años.
Esta terrible tragedia nos deja a todos tocados. Nos invaden
las preguntas, aquellas preguntas que evitamos en el día a día. ¿Por qué? ¿Qué
hacen de malo unos corredores? ¿Por qué hay este tipo de odio?
No lo sé, no tengo ni idea. No escribo para dar la solución,
ojalá pudiera. Quiero dar un apoyo a aquellos corredores que estuvieron allí,
luchando por un sueño. Aquellas personas que pasaron por miles de pequeñas
luchas para llegar hasta ese punto. Probablemente varios de ellos decidan
colgar las bambas, cojan fobia a cualquier competición. No querrán volver a
escuchar de retos deportivos. Lo que vivieron, lo que vieron y lo que sintieron
son razones de peso para dejarlo.
Muchos caerán, golpeados por el desanimo de contemplar esta
situación… No os equivoquéis. ¡Correr! Hoy, mañana y el resto de vuestras
vidas, correr. Correr más que nunca, si antes hacíais 10 km diarios, hoy hacer
15. ¡Qué se enteren! No os dejareis vencer.
Sea cual sea el objetivo del retorcido mental que colocó los
explosivos, no se ha cumplido. Lo único que ha conseguido es que nos levantemos
del sofá. Ha conseguido sacarnos a la calle a correr, a ofrecer quilómetros por
una causa, porque queremos demostrar algo… NO NOS ASUSTA. NO NOS VAS A PARAR.
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