viernes, 1 de junio de 2012

Las oposiciones de Hawai

Correr el IronMan de Hawai, no es correr un IronMan cualquiera. No tengo ni idea de que se trata, y ojalá algún día lo sepa.
Inscribirse en un IronMan es muy fácil, cuatro clics a tiempo y un recorte a la VISA, no tiene más. Pero el de Hawai, por muchos clicks que se hagan y mucho dinero que gastes… Está difícil.
El 85% de las plazas están reservadas para los americanos, ya sean gordos, viejos… Da igual. Pero el otro 15% se lo ha de repartir el resto del mundo. Creo que hay una pequeña parte por sorteo, pero es mínima.
¿Cómo entrar dentro de ese 15%? Pues clasificándote, haciendo los mejores tiempos. Has de estar por debajo de las diez horas más o menos. ¡Eso es buen tiempo!, HE DE RECORTAR TRES HORAS.
Adjunto comentarios de grandes triatletas:
“Hay triatletas que llevan años y años entrenando y siguen sin oler Hawài”
“Ir a al campeonato Mundial de Hawái es como pasar de jugar en un partido cualquiera de la liga a jugar la final del Mundial”
“He sido Finisher de muchos IronMans, pero sólo he derramado lágrimas en Kona (Hawái)”
“Las mejores horas que he gastado en mi vida, han sido, observando a triatletas llegar al final del IronMan”
Me deja atónito esta frase,  no lo dice el corredor, sino una triatleta que observaba la llegada. El público se vuelca en los corredores como la afición por un equipo.
“La meta es cómo una película, pero hecha realidad”
¿Pica el gusanillo de saber qué es esto de IronMan Hawài? Empiezo a utilizar la enciclopedia YouTube.


Increíble mirar las caras de los corredores.
Cuando un IronMan llega, el público entero grita: “¡¡ You are an IronMan!!”.
Son horas y horas luchando por un objetivo, derramando sudor, castigando a los músculos, a tu cabeza… Es una guerra sicológica y física bestial. Y de repente, llegas al final, se ha acabado todo el dolor… Y tu recompensa son esas miles de voces apoyándote, animándote, valorando tu trabajo.
Los pensamientos durante la carrera son en más de un 80% referentes a la llegada, a que es lo que sentirás, quien habrá, que harás… Y después de estar persiguiendo con la cabeza y con el cuerpo durante horas… Lo consigues.

Y un último grito en meta deja escapar a la bestia que apuñalaba a la autoestima continuamente. Bestia que te susurra metro a metro: “Déjalo, no lo conseguirás”. De repente entre gritos de ánimos y suspiros… Desaparece. Te sientes libre, y descubres que puedes con lo que quieras. El “I can’t” se a desprendido de los últimos dos caracteres… I CAN:
Hawai… Juro escribir algún día por experiencia propia que es.
Salud y kilómetros.

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